El libro Cápsules de Tiempu, de Carlos González-Espina, está escrito en asturiano, protagonizado por niños y se ambienta dentro de unas decenas de años. Nuestra llingua se lanza así al futuro.

Un día del año 2086 media docena de estudiantes reciben unos objetos que habían sido depositados en una caja del tiempo setenta y cinco años antes.
Son testimonios y relatos mantenidos unos en papel y otros en los soportes del antiguo 2011, que deben ser analizados por los jóvenes; los arcaicos USBs y DVDs deben ser convertidos a otros formatos para acceder a su contenido.
Por el libro se cruzan los cuentos del abuelo al nieto, los bailes de los que llegaban de fuera a buscar trabajo y charlaban con las mozas o la ayuda que un vecino prodigaba a los demás de manera discreta. Un perdedor de la guerra regala a una chica lo que habría de ser un gran carbayo y tiene que huir antes de declararse, pero el árbol crece robusto y con la hoja siempre verde. A los chavales del futuro les llama la atención un pasado donde se hablaba diferente en el campo que en la ciudad y en un pueblo que en el otro. El análisis de los estudiantes no resulta ser más que una manera de poner ante sus ojos el tiempo del que proceden y dejarles sacar a ellos, cuando llegue el momento, sus propias conclusiones.
Escrito por Carlos González-Espina en una llingua asturiana luminosa y natural, Cápsules de Tiempu, editado por Impronta, es un gran cuento que envuelve la entrega de unas viejas historias a generaciones que aún no han nacido.