La finalización de mi novela NZE NSÉ, LAS SEÑALES DEL DESTINO, un libro sobre inmigrantes, y su presentación en sociedad coincidió con otra presentación, la de la asociación MA´KWEBO, impulsada por Armel Nya para ayudar a su gente. La experiencia de Armel es el núcleo sobre el que se ha construido la novela. Algo termina, el libro, al tiempo que algo empieza, la asociación, pero, ¿esto es realmente así?

Para escribir NZE NSÉ, LAS SEÑALES DEL DESTINO, mantuve bastantes conversaciones con Armel Nya. Armel tuvo la generosidad de contarme su experiencia durante el viaje desde Duala hasta Ceuta y la generosidad adicional de permitirme utilizarla como material para la ficción. Cuando la novela estuvo al fin preparada y había nacido un libro, Armel acudió al acto del Centro Asturiano para hablar y apoyarla. Como autor, mi tarea ya estaba finalizada y llegaba la hora de archivar papeles y ficheros y descansar.

Pero resulta que cuatro días después, Armel presenta en Madrid una asociación sin ánimo de lucro, MA´KWEBO, que se dedicará a financiar proyectos concretos y reales de desarrollo y mejora en Camerún. Es una iniciativa que comienza su andadura mientras el libro sobre inmigrantes apenas se acaba de asomar al mundo.
En la novela se cuenta que el protagonista viaja para ayudar a los suyos, se trata de mostrar las razones que le impulsan a jugarse la vida y se muestra cómo se siente responsable y solidario con su familia y su sociedad. Como autor del libro es una sensación rara, casi de mezcla de realidad y ficción, la de ver la realidad de Armel tratando de mejorar un mundo bien o mal descrito en la novela, por más que la novela se base a su vez en sus propias vivencias.
Es decir, que las realidades poderosas evidentemente adelantan a las ficciones. El viaje real de Armel, como el de tantos otros, primero fue una idea, un proyecto largamente pospuesto, luego devino realidad dura y duradera y posteriormente desembocó en una nueva vida y otra realidad. Sus vivencias se convirtieron entonces en testimonio, y durante esa fase se produjo una excursión a la ficción con NZE NSÉ, LAS SEÑALES DEL DESTINO. Luego surge el proyecto de MA´KWEBO. En ese trayecto hay muertes y separaciones, pero, también, ¿cuántos nacimientos?, ¿cuántos comienzos?, ¿cuántas reinvenciones?

Hay nacimientos cuando a un Armel agonizante lo salvan en el desierto, cuando la patrullera de la guardia civil lo desembarca, junto con su desde entonces hermano mellizo, en Ceuta, o cuando un cura le da un abrazo de bienvenida al abrir la puerta de una iglesia de Sevilla. Se suceden más nacimientos personales y familiares, pero el de MA´KWEBO es quizá diferente.
Los anteriores renacimientos venían condicionados por el destino o propiciados desde lo alto, pero el de esta asociación es también impulsado por la propia voluntad. Armel —y su mujer, y las amigas que le lanzan a la aventura— podía haber simplemente continuado con su labor de hacer presente la experiencia de la emigración, pero se ha lanzado un paso más allá, decidiendo renacer en esa nueva organización que tratará de ayudar a su gente mediante proyectos educativos, de desarrollo y de sensibilización.
Entre los proyectos educativos se encuentran, por ejemplo, las becas de estudio y las de fútbol. En el ámbito socioeconómico prestarán especial atención a las iniciativas agrícolas y de carácter cooperativo, condicionados por el exilio juvenil del campo. Y tratarán de sensibilizar a los jóvenes cameruneses para que se asocien y beneficien de otras experiencias, y a la sociedad europea para que conozca mejor a los inmigrantes. Es en este último aspecto donde, inesperadamente, una obra de ficción, como NZE NSÉ, LAS SEÑALES DEL DESTINO, como otros libros sobre inmigrantes, puede cumplir un papel.
¿Cómo ayuda una historia de ficción a la toma de conciencia? Pues creo que lo hace porque facilita que el lector se identifique con los personajes y sus vidas. Cada testimonio personal que nosotros escuchamos en una charla o una conferencia nos impresiona y nos marca, pero, justamente por ser testimonios de personas concretas que hablan con nosotros en un lugar público, existe el riesgo de que se vivan como algo que le pasa al otro, nunca a nosotros. La literatura, y ojalá este libro lo sea, nos permite obrar el milagro de ser parte de lo que se cuenta, de vivirlo. Todos hemos abandonado alguna vez una lectura de un relato porque no nos sentíamos capaces de seguir adelante. Eso, ¿qué significa? Que nos habíamos sumergido en él, que estábamos al lado de los personajes, o dentro de ellos.
La soledad del acto de leer nos obliga a dibujar en nuestra mente voces, colores y sentimientos que nos hacen apropiarnos del relato. Terminaremos el libro, lo dejaremos a nuestro lado y, aunque recordemos incidencias o pasajes concretos, lo que permanecerá sobre todo en nosotros es un conjunto de sentimientos, amor, alegría, sufrimiento, esfuerzo, lo que sea que hayamos vivido. Esa es la grandeza de la buena novela, y la aspiración de NZE NSÉ, LAS SEÑALES DEL DESTINO.
Así, cuando, tras la presentación de la novela en el Centro, Armel presentó MA´KWEBO, quizá lo que sucedía no es tanto que la realidad de la asociación hubiera adelantado a la ficción de la novela como que esta pueda, con toda modestia, ayudar en algo a cambiar la realidad. Ha terminado la tarea del autor, pero comienza la del libro.